En medio de toda esa situación hay un actor que ha tratado -desde el primer momento del estallido social en abril de 2018- de abogar por la búsqueda de una solución pacífica del conflicto, así como acompañar a las personas que han sido víctimas de todo lo anteriormente descrito y en determinado momento de proteger a quienes fueron atacadas por grupos de civiles armados y miembros de la Policía Nacional en distintas partes del país.
En este caso, la iglesia católica, a través de sus obispos y sacerdotes. Su labor pastoral y su compromiso con la dignidad humana en la crisis de Nicaragua, como lo han ratificado en múltiples ocasiones, les ha valido para ser objeto de amenazas, asedio, agresiones, campañas de difamación y acusaciones de ser parte del intento de “golpe de Estado”, resguardar a terroristas o almacenar armas en sus templos.
Por ello, en el presente informe, el Observatorio de Derechos Humanos se centrará en la sistematización de las principales agresiones de las que han sido víctimas los miembros de la Iglesia Católica, además de identificar los roles más importantes que han tenido los obispos y sacerdotes desde abril 2018, lo que les ha llevado a tener un gran respeto, la admiración y confianza por parte de la ciudadanía y los grupos directamente relacionados con la defensa de los derechos humanos en Nicaragua.